ROCAS

   

Parte del patrimonio natural de Hoyo de Manzanares es su roquedo, con abundante presencia de bolos, canchales y berrocales en sus cumbres, laderas y estribaciones.



Foto de bolo granítico sobre base rocosa
Canto de la Cueva, uno de los canchales en el entorno de la sierra de Hoyo
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Además de las formas singulares de algunas rocas, también encontramos pilas y cubetas excavadas por la acción del agua al meteorizar el granito y dispersar sus componentes que llaman la atención.

Sabemos que la roca, además de otros elementos naturales, ha sido divinizada por las sociedades prehistóricas y protohistóricas. El culto a las piedras ha sido destacado como algo típico de nuestros antepasados. Las grandes peñas, berrocales, cantos o rocas que aparecen en el paisaje han llamado siempre la atención del hombre por sus formas espectaculares. La roca se identificaba con la presencia divina y, en ese espacio sagrado, nuestros antepasados celebraban sus ritos y sus cultos.

Pero el estudio de estas rocas ha permanecido durante muchos años estancado, ya que, en la mayor parte de los casos, carecen de contexto arqueológico y de procedimientos que permitan datarlos. Sin embargo, su gran importancia para conocer el pensamiento y el imaginario de tiempos remotos está haciendo que sean cada vez más los especialistas de distintos ámbitos que se sienten atraídos por su estudio. Se trata de “auténticos monumentos del pasado, que, en la actualidad corren muy serio peligro de desaparecer, mayor que los monumentos megalíticos, ya que se puede calcular que menos del 5% de las peñas sacras conocidas conservan el rito o el mito que les da su carácter “sacro” y más del 50%, o ya han sido total o parcialmente destruidas o están en grave riesgo de desaparecer” (Almagro-Gorbea: op. cit. n. 25, pág. 33.).

Aunque es difícil establecer una cronología para estas prácticas rituales, el uso de este tipo de altares y santuarios rupestres parece remontarse al Bronce Final (1200-800 aC) permaneciendo durante la Edad del Hierro. [32]

Pero ¿estaba Hoyo de Manzanares ya poblado en esta época? Pues parece que sí.

Gracias al yacimiento arqueológico de La Cabilda, tenemos la evidencia de que los visigodos poblaban Hoyo de Manzanares en el siglo VI. Pero se cree que el municipio de Hoyo de Manzanares debió estar ocupado desde épocas muy remotas, con anterioridad a los visigodos. Aunque a fecha de hoy no tenemos evidencia de ello, todo parece indicar que nuestro municipio ya estuvo ocupado en la prehistoria, en la Edad de los Metales, si no en el Neolítico o incluso antes.

En esta época los asentamientos tendían a situarse en lugares elevados para una mejor defensa y control de su territorio, y era importante contar no solo con agua y alimentos sino también con yacimientos de metales próximos para poder fabricar armas con las que defenderse. Y Hoyo cumple los requisitos, disponiendo de zonas altas con amplio dominio visual del territorio, agua, caza y yacimientos para la obtención de cobre, estaño y hierro con los que fabricar armas. [33]


Representación de 2 guerreros carpetanos mirando hacia el poblado situado en la cima de un monte
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Así que no es demasiado aventurado pensar en la posibilidad de que, de ser así, algunas de estas rocas formaran parte del culto y los ritos de los primeros pobladores de estas tierras.

De esta forma, estas rocas pertenecerían no sólo a nuestro patrimonio natural, sino también al patrimonio cultural y espiritual de nuestra historia, y supondrían una evidencia de la ocupación de Hoyo en la Edad de los Metales.

2 hombres degollando una oveja virtiendo su sangre sobre un hueco en la roca mientras un druida dirige la ceremonia
Este tipo de altares de sacrificios parece remontarse al Bronce Final. 
Imágenes: I. Ruiz Vélez, Ó.González Díez y J.R. Almeida. 
Pinilla de los Barruecos


Incluimos en el blog fotografías de algunas de estas rocas singulares, que se encuentran a menos de 3 kilómetros del yacimiento arqueológico de La Cabilda. 

Además de su interés geológico, y a falta de estudio arqueológico que confirme o refute su naturaleza, estas rocas nos invitan a dejar volar nuestra imaginación para pensar en los posibles ritos que nuestros antepasados podrían haber celebrado en ellas.

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