RELIGIÓN
El historiador Tito Livio cita a Marte como el dios predilecto de las tribus celtas hispanas. [20]
Estrabón también habla del culto a la luna de los celtíberos y otros pueblos: “tienen cierta divinidad innominada, a la que, en las noches de luna llena, las familias rinden culto danzando hasta el amanecer ante las puertas de sus casas”. [21]
Bailando bajo la luna llena- line.17qq.com
Se conoce por ejemplo una mención de Estrabón, el geógrafo griego, contemporáneo de Augusto, referida a los pueblos del Norte, que indica que a un dios que identifica con el Ares griego: “sacrifican machos cabríos, caballos y prisioneros. Suelen hacer hecatombes de cada especie de víctimas… inmolan todo un centenar”.
Estas gentes compartirían en parte las creencias celtas que, acuerdo con estudios más recientes, rendían culto a más de 300 dioses diferentes, [22] aunque no todos de la misma importancia. Los tres principales serían: Tarannis, dios celeste de la tempestad y el trueno (gran dios de todos los pueblos indoeuropeos); Lug, rey de los dioses, dios del comercio y los artesanos, asociado con el sol y que César identifica con Mercurio y Teutates, dios astral de la guerra.
En un fragmento de cerámica se ve la representación torpe de una figura con los brazos levantados en alto [23] y cuya cabeza cubre un par de cuernos de ciervo. Se trata, sin duda, del dios celta Cernunnos.
Otras divinidades del horizonte céltico eran: Endovelico, Ataecina, Epona, las Matres…
Pero si algo caracteriza a la religión indígena hispana es su carácter eminentemente naturalista.
Y en esta concepción, la roca, además de otros elementos naturales, ha sido divinizada por las sociedades prehistóricas y protohistóricas. El culto a las piedras ha sido destacado como algo típico [24] de acuerdo con las tres principales fuentes literarias, de diferentes épocas, que a él se refieren: el geógrafo griego Estrabón; S. Martín Dumiense y las actas de los Concilios visigodos.
Las grandes peñas, berrocales, cantos o rocas que aparecen en el paisaje han llamado siempre la atención del hombre por sus formas espectaculares. La roca se identificaba con la presencia divina y, en ese espacio sagrado nuestros antepasados celebraban sus ritos y sus cultos. [25]
Estas peñas sagradas se identifican por los mitos, ritos, leyendas y tradiciones populares vinculados a ellas, y también, en ocasiones, por su situación y su estructura. Constituyen verdaderos monumentos de nuestra historia y de nuestra cultura popular y, de este modo, pueden contribuir al turismo ecológico y cultural y al desarrollo económico de las zonas que las albergan.
El estudio de estos monumentos, sin embargo, plantea dificultades y ha permanecido durante muchos años estancado porque carecen de contexto arqueológico y de procedimientos que permitan datarlos.
Y también se ha perdido, con los cambios sociales y mentales de la segunda mitad del siglo XX, el folklore que hasta hace poco había conservado, a lo largo de siglos, las tradiciones de origen prehistórico asociadas a ellas, que parecen proceder de un substrato celta muy antiguo.
Además de las dificultades señaladas, hay que tener también en cuenta que para llevar a cabo un estudio adecuado sobre las peñas sacras hay que comprender que [26] “aunque a primera vista pueda parecer que una “peña sacra” sólo es una roca resultado de determinados procesos geológicos y erosivos, para el hombre primitivo era un “numen” pleno de vida y de poder sobrenatural.”
Desde el punto de vista puramente funcional, las “peñas sacras” se pueden clasificar teóricamente de acuerdo con su grado de sacralidad y su función, aunque en algunos casos las funciones pueden estar de hecho interrelacionadas. También puede ser importante su configuración.
Hay altares de sacrificios y tronos rupestres que pueden presentar entalles o señales de labra, tener o no inscripciones, grabados o relieves. También rocas con forma llamativa en formas de animales, rocas con huellas de su función ritual o una toponimia que identifique su función, con piedras arrojadas a su cumbre, huellas de deslizamiento, peñas oscilantes o caballeras, peñas con situación topoastronómica, peñas asociadas a fuentes sacras, etc.
Además, las peñas sacras pueden estar aisladas o formar parte de un “nemeton” o santuario.
Los sitios de altura, con amplio dominio visual y las zonas de confluencia son las localizaciones preferidas para estos santuarios rupestres.
Es muy frecuente el uso de oquedades, piletas y cazoletas en piedra que son labradas en la roca o reaprovechadas cuando son de origen natural. En estos huecos se derramarían líquidos que crearían un innegable efecto escénico, sobre todo en el caso de líquidos coloreados como la leche, la cerveza, el vino o la sangre.
Cazoleta pileta en Cebreros - Celtiberia.net
Un lugar de libaciones, bien para la petición de lluvias y buenas cosechas, o de agradecimiento por las cosechas obtenidas.
También se consideraba sagrada el agua de lluvia depositada en ellas, atribuyéndole un carácter profiláctico y sanador y recogiéndose para bendecir los campos o curar enfermedades.
Además de utilizarse para la contención de líquidos como, por ejemplo, agua para lustraciones, también es posible que algunas de las cavidades sin desagües se utilizaran como recipientes para depositar otro tipo de ofrendas, como frutos y semillas, o para su cremación. O para la cremación de vísceras en sacrificios.
Otro tipo de rocas con huecos, cavidades u orificios se asocian a ritos de sanación, de fecundidad, de iniciación para las personas que pasan o se introducen en ellas…También a ritos de adivinación o propiciatorios, dependiendo de si, al lanzar un objeto, éste entraba o se quedaba o no en el orificio o en el hueco…
Berrocal de Zarzuela del Monte Segovia calificado como lugar de interés geológico
sierradezarzuela.blogspot.com
En cuanto a entalles en forma de asiento, parece que se trata más de “sillas de reyes” que de “trono de dioses” [27]. Podrían estar asociados a ritos de iniciación o juramentación, ritos de investidura desde el que la autoridad legitimaría su dominio y garantizaría la fecundidad mágica de los territorios sometidos a su poder… También podría ser el trono desde el que la autoridad impartía justicia o dirimía disputas, o simplemente presidiría las ceremonias…
Algunos de estos asientos rupestres presentan algún entalle o incluso alguna inscripción que ayudan a su interpretación. En otros casos, sin embargo, no ha quedado en la roca otra huella aparte la estructura en forma de asiento. Una característica importante de estas rocas con forma de asiento es que muchas de ellas se encuentran en lugares con un amplio dominio visual de todo el entorno.
Algunos de estos asientos rupestres presentan algún entalle o incluso alguna inscripción que ayudan a su interpretación. En otros casos, sin embargo, no ha quedado en la roca otra huella aparte la estructura en forma de asiento. Una característica importante de estas rocas con forma de asiento es que muchas de ellas se encuentran en lugares con un amplio dominio visual de todo el entorno.
Otra teoría relaciona los frecuentes tronos excavados en la roca en el área carpetana con el rito funerario de la exposición de los cadáveres de los guerreros carpetanos a los buitres.
Pieza de cerámica celtíbera en la que se representa un buitre devorando el
cadáver de un guerrero - revistas.uam.es
Existen referencias en las fuentes clásicas que recogen este rito en territorios colindantes al este y al norte del territorio carpetano [28]:
“Los celtíberos consideran un honor morir en el combate y un crimen quemar el cadáver del guerrero así muerto; pues creen que su alma remonta a los dioses del cielo, al devorar el cuerpo yacente el buitre”.
“Los vacceos …dan sepultura en el fuego a los que mueren de enfermedad..., mas a los que pierden la vida en la guerra... los arrojan a los buitres, que estiman como animales sagrados".
Y, por último, en lo que se refiere a sacrificios cruentos, también es de suponer que se practicaran, aunque en nuestro territorio están menos documentados que en otras zonas.
El sacrificio animal unido al fuego es un rito destacado de los vetones: desde antiguo es conocido el carácter sacro y purificador del fuego como vía de paso al más allá. [29]
Los bletonenses, vetones que habitaban en Bletisama, la actual Ledesma, firmaban sus pactos con el sacrificio de un hombre y de un caballo. [30]
Los celtíberos sacrificaban caballos, machos cabríos y víctimas humanas sobre altares de piedra con hoyos y canales por donde corría la sangre de las victimas expiatorias.
La sangre sería uno de los principales líquidos derramados, aunque este tipo de sacrificios como la inmolación de caballos y de hombres, relatada por Estrabón Tito Livio y Plutarco, estarían reservados a ceremonias específicas realizadas únicamente en determinados momentos del año o en circunstancias especiales, como ante la inminencia de una guerra, una acción litúrgica que además de propiciar el favor de los dioses, posiblemente mimetizaba la victoria que se pretendía alcanzar sobre el enemigo.
Este tipo de altares parece remontarse al Bronce Final y probablemente
se realizarían también sacrificios humanos, aunque en nuestro territorio
están menos documentados que en otros como la Lusitania y en la Galia
historiaeweb.com
Pomponio Mela, geógrafo hispanorromano que nació en Algeciras, en el siglo I refiriéndose a los galos cuenta que “tenían por cierto ser el hombre la mejor víctima y más agradable para los dioses”.
Hay que tener en cuenta que los ritos anteriores son sólo una muestra de todos los ritos que se asocian con estas rocas, y que sus interpretaciones siguen planteando dificultades y hay que tomarlas con cautela, al no existir contexto arqueológico ni datos suficientes que confirmen su naturaleza.
Y en muchos casos, tampoco resulta fácil precisar si son realizaciones debidas a la mano humana o simplemente fruto de la erosión natural, aunque parece que nuestros antepasados no sólo labraban la roca, sino que también reaprovechaban las que presentaran huecos o formas de origen natural para sus ritos.
Lo cierto es que “sólo la futura excavación de este tipo de yacimientos podrá aportar más datos que ayuden a descubrir su valor cultual y a dar voz a este lenguaje silencioso de las piedras”. [31]
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Y en muchos casos, tampoco resulta fácil precisar si son realizaciones debidas a la mano humana o simplemente fruto de la erosión natural, aunque parece que nuestros antepasados no sólo labraban la roca, sino que también reaprovechaban las que presentaran huecos o formas de origen natural para sus ritos.
Lo cierto es que “sólo la futura excavación de este tipo de yacimientos podrá aportar más datos que ayuden a descubrir su valor cultual y a dar voz a este lenguaje silencioso de las piedras”. [31]
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